Ruinas de Tikal

Ruinas de Tikal

lunes, 20 de febrero de 2012

CULTURA DE GUATEMALA

La cultura de Guatemala es muy rica y variada y para comprenderla hay que analizar las distintas etapas sociales que se han desarrollado en este país a lo largo de su historia. Actualmente constituye una mezcla multiétnica como resultado de las distintas civilizaciones que han confluido en este lugar. Es evidente la influencia Española por los cuatro siglos de conquista, asi como la Maya por los más de 4000 años de historia pero no menos importante es el caso de otras etnias como la Garifuna o la Xinca.

Los garifunas son una etnia proveniente del caribe, principalmente de San Vicente, donde se reunieron restos de indígenas caribes con esclavos liberados de origen africano, dando lugar a una cultura muy original, que actualmente sobrevive en la costa caribeña de Guatemala, en Livingston. Este pueblo conserva una lengua propia de origen Arawako, una tradición musical de fuerte influencia Africana y Haitiana, así como restos de cultos a los ancestros que los conecta con las sociedades más primitivas de África y de América.

El origen de la identidad Guatemalteca se puede remontar a la cultura maya, que data de hace unos 4000 años. Esta tiene las mismas características que los grandes imperios de la antigüedad: una religión animista y más o menos politeísta que poco a poco fue encarnando los valores patriarcales atribuidos al dios sol Kinich Ahau. También se ven en la religión otros valores del desarrollo humano de la época, como la invención de la agricultura basada en el maíz (encarnada por Yum Kax, el dios del maíz). Posteriormente el territorio de la actual Guatemala quedó bajo influencia del imperio azteca, con lo cual también quedaron restos de su cultura.

A la cultura de este periodo se le denomina “precolombina”, y ha sido objeto de discriminación y destrucción durante siglos. Por eso actualmente sólo quedan vagas referencias, como las pirámides y otros edificios encontrados en yacimientos, en el caso de la arquitectura, que suele estar muy relacionada con su escultura: estelas, monolitos, figuras antropomorfas, zoomorfas, o geométricas, con impresionantes niveles de abstracción. En cuanto a la literatura, se conservan algunos Códices, los cuales contienen también una deteriorada muestra de su pintura. Y es que en esta cultura, como también en la Egipcia o las Asiáticas, el arte plástico está intrínsecamente ligado al arte de la caligrafía: los mayas utilizaban un complejo sistema de logogramas que solía ir acompañado de representaciones gráficas más o menos alusivas al tema escrito en ellos. Para este fin utilizaban diferente tipo de materiales o pigmentos y soportes (como piedra, pieles de animales) pero quizá el más avanzado sea el papel hecho con corteza y fibra del árbol de Amatl muy abundante por ejemplo en los alrededores del lago de Amatitlán. La palabra Amatl por tanto tomó los significados de papel, escritura, cultura, comunicación, correo… La temática suele aludir a sus dioses y en ellos se expresa su forma de ver los arquetipos. Tienen un estilo estético muy particular y original que ha servido de inspiración para las vanguardias plásticas del siglo XIX, XX y XXI.

Ya en la época colonial, comenzaron a circular diversos libros escritos bajo la influencia colonial, que suponen compendios de creencias y tradiciones de las diferentes tribus o clanes mayas: el Popol Vuh, el Rabinal Achi, y los denominados Chilam Balam.

Con la conquista comienza otro periodo cultural marcado por la influencia de la metrópoli española. El arte de este momento, denominado colonial, está fuertemente definido por las ideas de la Iglesia Católica, y prácticamente se limita a imágenes de santos, cristos, vírgenes y retablos. También hay que mencionar algunas obras de apología de los conquistadores, como monumentos a los grandes terratenientes, los poderosos de la época. En cuanto a la literatura, destacan ciertas crónicas y ensayos sobre el descubrimiento de América en profundidad: una nueva flora y fauna, el choque cultural entre aborígenes y conquistadores, una nueva forma de vida y un nuevo orden social. Algunos de sus escritores son Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, sor Juana de Maldonado, Rafael Landivar… sus obras suelen ser de tipo costumbrista y son una buena referencia de cómo era la vida y los acontecimientos en el siglo XVI. Sin embargo, están llenas de contradicciones y omisiones, especialmente en lo referente a la invasión y al holocausto de los indígenas. Esto supone un gran contraste, al menos, con otros escritos de la época: los de Fray Bartolomé de las Casas, que narra la conquista de Guatemala como una continua sucesión de abusos sádicos contra los mansos y entregados indígenas. Aunque se han criticado estas crónicas como exageradas, hoy se sabe que al menos algo tenían de verdad, una verdad de la que la mayoría prefiere no hablar.

En 1821 llega a Guatemala la independencia, que supuso un gran cambio tanto político y social como artístico y cultural. A los poderosos del momento les importaba demostrar que no eran España: que tenían una cultura y una historia propia, y por eso merecían una patria soberana, por tanto y quizá por primera vez en la historia reciente del lugar, promovieron y patrocinaron todo tipo de reformas y adelantos humanos, sociales, culturales y artísticos. Aunque en muchos casos no era altruista, esto fue muy beneficioso para el naciente país. Surgió un auge de intelectuales, la mayoría criollos, que empezaron a cuestionarse su propia identidad, llegando a inventar una nueva, mezclando elementos de su historia con ideales románticos y liberales. Entre ellos estaban: Maria Josefa García Granados, José Batres Montúfar, José Milla y Vidaurre, Enrique Gomez Carrillo o Carlos Valenti. En muchos casos, en esa búsqueda de sus auténticas raíces se inspiraron en la poca información que tenían sobre los indigenas (la de los propios cronistas colonizadores), pero esta vez elogiándolos como grandes valientes, ensalsando sus batallas y costumbres que antes habían sido tachadas de inferiores o demoniacas. Así quiza hasta cierto punto inventaron un nuevo pasado para Guatemala, o una nueva forma de entenderlo. Es criticable sin embargo la poca rigurosidad y la escasa investigación al respecto del auténtico legado indígena. También hay que decir que de este nacimiento cultural no pudo disfrutar la mayor parte de la población, que seguía anclada en la miseria y sólo una élite descendiente de disnastías coloniales pudo formar parte de estos beneficiosos adelantos. Aun así, creo que esta época se merece un balance positivo porque abrio nuevos caminos a la cultura, y algo así es lo que hace falta hoy en día, por lo menos para empezar.

Así da inicio el siglo XX con una buena base, sin embargo su desarrollo no fue tan positivo. Azotada por dictaduras, guerras civiles y conflictos sociales, Guatemala se ha sumido en una lamentable decadencia de la que aun solo podemos ver una incipiente mejora. Cabe destacar el período de 1945 a 1951, en el que Guatemala fue gobernada por un intelectual simpatizante de la cultura (Juan José Arévalo Bermejo), una época que ha sido denominada históricamente “La Edad de Oro de Guatemala” y elogiada por artistas contemporáneos como de gran desarrollo en muchos sentidos. Pero fuera de estos años lúcidos, la vida y obra de los artistas Guatemaltecos modernos ha sido muy difícil, tanto que la mayoría han vivido exiliados. El arte de vanguardia está en constante lucha por demostrar su valía y consolidar esa identidad nacida en el siglo XIX. Entre estos valientes se pueden contar: Miguel Angel Asturias, Luis Cardoza y Aragon, Augusto Monterroso, Carlos Solórzano Fernández, Winston Gonzalez, Carlos Mérida…

Es bastante triste que la mayor fuente de inspiración a la que pueden aspirar los grandes intelectuales y artistas de Guatemala, como los que se han citado, sea la de un pasado destruido, porque parece que no existen esperanzas de futuro. Mientras la mayoría de la población siga sin tener acceso a la cultura o sin concienciarse de su valor, de poco servirá el inspirado intelecto de una minoría. Sin embargo yo quiero proponer un mensaje del que poder sacar esa esperanza de futuro. En los 4000 años de historia maya hubieron muchos acontecimientos negativos, pero también muchos avances humanos y culturales muy positivos, sin embargo hoy en día parece que solo hay negatividad y acontecimientos nefastos, por eso creo que si nos inspiramos en aquella época al menos podríamos encontrar algo positivo que nos ayude a reafirmar nuestra nueva identidad para el siglo XXI.